jueves, 1 de mayo de 2008

Nunca Llegaré a Conocerte - 2008

Nunca llegaré a conocerte

El día que comencé a vivir, llantos pude escuchar. No sé por qué, no sé de dónde, pero me entristecí y empecé a llorar. Acompañé a esa voz apagada que sufría. Las lágrimas no cesaban, seguían día a día. Yo no sabía que hacer, ni siquiera comprendía.

Empezaron a disminuir esos tristes sollozos. Me alegré y me calmé. Por fin estarían secos sus ojos. Comencé a escuchar más seguido esa voz, que llenaba cada rincón de silencio y que me ayudaba a sobrepasar esa timidez , que poco a poco dejaba de estar en mi cuerpo.

Nunca me sentí vacío, siempre podía contar con alimento y abrigo. Me encantaba mi nuevo hogar y no quería dejar de estar vivo. Me gustaba conversar, hablar, dormir y jugar. Disfrutaba ese momento en que solo sentía su respirar, con el latido de su corazón y su tranquilidad, sin alteración.

Crecí, cada momento, sin temor. Me gustaba estar alegre, sin pavor, sin dolor. Conversaba con esa voz que me acompañaba, y aunque no le entendía muy bien, yo se que a ella le gustaba. Me calmaba esa música que ponía de repente y aunque a veces era ruidosa, otras veces muy complaciente. Las veces que más me gustaba, era cuando ésta era amena, porque era muy tranquila y se escuchaba cómo ella seguía la letra.

Yo sé que ella me quería, porque se comunicaba conmigo todos los días. A mi me gustaba esto, porque a veces me sentía muy solito y no me tomaban en cuenta, solo porque era chiquitito.

Un día escuché una segunda voz. No la reconocí, porque no sabía de quién provenía. Fueron momentos desagradables. Escuché gritos, llantos, hasta golpes incesables. Tembló todo a mi alrededor. Rogué por toda la ayuda que pude pedir, pero al parecer, nadie se atrevió a venir. Ya un poco mareado y muy asustado, escuché cómo esa segunda voz desaparecía. Me tranquilicé un poco, aunque el llanto de nuevo la consumía.

No pude dormir bien durante muchos días. No entendía. No comprendía. Intentaba calmar esa profunda tristeza, pero mis conversaciones no ayudaban a la tranquilidad, ni a la princesa. Hice de todo para apaciguar esas lágrimas. Canté poemas, le conté fábulas, pero no pude lograr que el dolor pudiera cesar. Poco a poco hasta yo me entristecía. No sabía cuál era el motivo de sus malos días. Quise saber de quién era esa voz, de donde provenía; pero ella, al parecer, no sabía, no quería.

Con el tiempo la tristeza empezó a disminuir. Mi alegría fue infinita, por fin pude volver a dormir. Yo sabía que mis palabras ayudaban, aunque pareciera indiferente, yo sé que si afectaban. Me encantaba poder ayudarla y también escuchar sus problemas, así logré respetarla. Ella me encantaba, sentía que realmente me amaba. No me gustaba escucharla llorar, aunque a veces a escondidas, pareciera que sí lo hacía. Siempre la convencía de que no siguiera, pero ella nunca me decía por qué ¿qué era lo que tanto le dolía?

El día en que todo acabó, era un momento en el que yo dormía. Algo apareció de la nada, se acercó y me hizo cosquillas. Me entretuve, pero de pronto, sentí dolor. Era aquel objeto, no entendía qué pasaba, no podía quedarme quieto. El dolor me consumía. Grité y llamé a esa voz, pero no aparecía. No sabía qué hacer, yo seguía siendo pequeñito. Poco a poco me ahogaba, sentía que pendía de un hilito. Intenté mirarme mis manitos, pero ya desaparecía mi último dedito. Mi débil cuerpo se desprendía y poco a poco, la luz desaparecía.

Finalmente supe qué sucedía. Era yo. Era mi vida. Fueron solo ilusiones, pues nunca nadíe me quería. Aquella princesa con la que conversaba, era la persona que me detestaba. Yo que inocentemente le di mi confianza, ella ahora la despreciaba y la tiraba a la basura, todo mediante una matanza.

El lugar en el que vivo ahora es muy lindo, muy tranquilo. Hay comida, felicidad, tranquilidad y alegría, pero nada me quita la amargura que me provocó aquel acto asesino de ese día. Yo la quería conocer, ver su cara, tocar su piel. Pero nunca lo voy a poder hacer, porque todo lo que necesitaba era poder nacer.


Antonia Figueroa Vildósola

1 comentario:

Lucas dijo...

MUUUUUUUY Lindo el poema Anto, escribes la raja, muy bonito, en verdad, :( un poco cruel pero sabes llegar a las emociones, te felicito, un beso enormeee ....tu amigo LUCAS