miércoles, 27 de mayo de 2009

Señor Ausente - 2009


Eres ese señor que viene de repente. Mil veces te puedes esfumar, pero lo cierto es que siempre vuelves. Con ansias espero tu llegada, con ojos brillantes y alma apretada; mis manos transpiran de emoción cuando al imaginar puedo escuchar tu corazón.

Recuerdos son lo único que dejaste, junto con tus sonrisas y ese amor que siempre nos entregaste. También esa imagen que veo al mirarme al espejo, que cada día que pasa, la siento un poquito más lejos.

Cómo olvidar esos momentos en que nos hacíamos bromas, que algunas veces eran pesadas, pero sin importar esto, nos reíamos a carcajadas. Recuerdo esos días de frío que nos metíamos todos a la cama y tu imitabas relámpagos mientras nos abrazabas diciendo “no se preocupen, que yo los amo”.

También cuando me ponías en tu pecho y me repetías “así te ponía cuando guagua”. No sabes lo que daría yo hoy por que estas lágrimas fueran solo agua. Mi pecho está apretado y hay un nudo en mi garganta, lo único que necesito es estar contigo y pasar un día junto a ti, tapados con una manta.

Nunca olvidaré cuando me pedías las galletas y yo alegaba siempre “¿por qué yo si tu te las comes completas?”. O también cuando veíamos tele, sin importar el programa, nos dormíamos con tus caricias en el pelo.

Siempre pienso en ti. En tu olor, tu calor, tus besos y tu humor. Me partes el corazón cuando me dices “Te echo de menos, mi amor”.

Lo que no puedo entender, son todas las veces que nos has dicho que vienes a estar con nosotros y finalmente nos encontramos solos y entre nuestras manos se posan tus fotos. Si solo supieras por todo lo que hemos pasado, te darían ganas de volver a nuestro lado.

Si hay algo que siento, su nombre sería miedo. ¿Por qué? Te preguntarás. Pues porque no quiero que un día llames a mi casa y me digas que te quedaste ciego. Yo quiero estar contigo en todo momento y no importa lo que cueste, por ti yo viajaría de norte a sur, de este a oeste.

Lo único que quiero es que vuelvas. No quiero que sigas perdiendo la adolesencia de Benjamín o la infancia de mi hermanita, porque no sabes la manera en que ambos te necesitan.

Hoy vivo una nueva etapa, donde te he extrañado mucho. No solo por los abrazos, sino que también por los “papá… Te quiero mucho”.